Author: Gilberto Santisteban |
Por Gilberto Santisteban | Semanario ZETA
noviembre 23, 2021 | 6:26 am
Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers
La Paz, Baja California Sur.- La comunidad de migrantes que vive en El Pescadero, delegación de La Paz, Baja California Sur, se encuentra en abandono ante la falta de aplicación de recursos públicos para mejorar la calidad de vida de las nuevas generaciones.
La escuela primaria Emiliano Zapata es un ejemplo que ratifica el descuido gubernamental. En 2019, las autoridades del Instituto Sudcaliforniano de Infraestructura Educativa (Isife) invirtieron un millón 350 mil pesos para la instalación de aires acondicionados y reparación de lámparas.
En la entrada de la dirección del plantel escolar se muestra una placa que indica que la escuela se inauguró el 10 de abril de 1940.
Se trata del primer símbolo colocado hace 80 años cuando se inauguró el inmueble, que sirve de testigo para demostrar que no ha cambiado significativamente la infraestructura educativa.
Las puertas de los salones son las primeras que se instalaron. Sólo han sido pintadas para cubrir el paso del tiempo. Las aulas son reducidas, de 20 metros cuadrados, y diseñadas para atender a los hijos de los casi mil pobladores que había en 1940.
Hoy siguen teniendo el mismo tamaño, pero todo ha cambiado en El Pescadero, porque los salones ahora albergan a más de 30 estudiantes por grupo, de acuerdo con las listas de los profesores que imparten clases.
Hace dos años, poco antes de la pandemia, el Isife realizó adecuaciones y rehabilitaciones en la primaria, según relatan docentes y personal administrativo de la escuela.
Las y los trabajadores de la educación de la escuela relataron que, aunque fue hace menos de dos años que las autoridades académicas se hicieron presentes, hay todo un corredor que ni siquiera tiene alumbrado.
“Tampoco tenemos alumbrado en algunos pasillos, son lámparas que ni cables tienen desde hace mucho tiempo. Desde que yo llegué ya estaban así”, enfatizó uno de los trabajadores, quien lleva laborando más de 10 años en el plantel.
En 2017, a través del programa federal Escuelas al Cien, el Gobierno de México aprobó un millón 350 mil pesos para mejorar las condiciones de la primaria Emiliano Zapata. Lo anterior puede constatarse en el anexo del oficio D.G
.0.006.03/18, en el que aparece el listado de planteles a los que se destinaron recursos federales.
No obstante, según información publicada en la página del Instituto Nacional de Infraestructura Física Educativa (Inifed), el monto total asignado fue de un millón 267 mil 393 pesos. Del 17 de junio al 14 de septiembre de 2018, se instalaron en la escuela 11 aires acondicionados, 30 lámparas y se realizaron reparaciones del sistema eléctrico, recuerda el empleado.
Tras dicha inversión, el Inifed agregó un diagnóstico que recapitula todas las necesidades del inmueble, marcados y notificados por la autoridad desde 2013. En la lista se indica que la mayoría del mobiliario de la escuela está en mal estado.
En dicha evaluación realizada por el Inifed se subrayó el deterioro de pintura existente en 3 mil 500 metros cuadrados y ya se advertía de filtraciones en plafón por temporada de lluvias en 750 metros cuadrados.
Más de 500 metros cuadrados requieren vitropiso (piso de cerámica) y también se detecta el deterioro de concreto pulido en más de 350 metros cuadrados.
Con respecto a la remodelación de 2018, Pablo Cota Núñez, director del Isife, precisó que, si existe el registro de la aplicación del recurso, debe verse reflejado en el inmueble, sin embargo, hay obras que no siempre están a la vista.
“No tengo el dato a la mano. Si hay por ahí la aplicación de un recurso, seguramente se aplicó. En cuanto a lo que me dices que no se ve, puede ser que sea algún tema de cuestión eléctrica que no se vea en el plantel como tal, porque no es una aplicación de pintura o una remodelación”, respondió.
¿Cómo se decide qué escuelas reciben apoyo por parte de la Federación? Según explicó el funcionario, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la dirección de Planeación, hace proyecciones sobre la necesidad de espacios educativos y rehabilitaciones.
Señaló que debe existir corresponsabilidad entre directores y gestores de los planteles para generar una petición de carácter oficial a la SEP. De ahí, el Isife lo incluye en el programa general de obras para el siguiente año.
El director del Isife se comprometió a revisar la situación específica del plantel de El Pescadero y de los que se ubican en otras comunidades rurales de Baja California Sur.
Con apenas dos meses en el cargo por el cambio de Gobierno Estatal, al ser cuestionado sobre si auditará el gasto en la escuela, recordó que dentro de los requerimientos que marca la ley a los funcionarios entrantes, está hacer observaciones a lo que recibieron por parte de la administración estatal que acaba de finalizar.
Víctor Castro Cosío, gobernador del estado, informó previamente que desde inicios de septiembre se dio comienzo con la auditoría general al gobierno que le entregó Carlos Mendoza Davis. Este proceso, detalló el gobernador, podría tomar “algunos meses” antes de informar los resultados.
Cuando llueve, las y los alumnos de un salón de la primaria han sufrido descargas eléctricas que provienen de una pared.
Ni siquiera se trata de infraestructura irrelevante de la se pueda mantener alejados a los estudiantes; es dentro del mismo salón de clases.
Según el personal docente, cuando llueve se toman precauciones. Aunque los “toques” no han llegado a generar lesiones a ningún niño, por más mínima que sea la descarga eléctrica, “más vale prevenir que lamentar”, dicen.
En 2018 y 2019 el Gobierno del Estado de Baja California Sur asignó más de 6 millones de pesos en obras de infraestructura a El Pescadero, sin embargo, aún queda un tramo importante de trabajo institucional para cambiar la realidad de la comunidad.
El Pescadero es un pueblo habitado por unas 4 mil 200 personas, dedicadas a la agricultura, la ganadería y el turismo. Aunque ha registrado progresos en sus actividades, parece estar lejos de la vista de los gobernantes.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos del Gobierno de Baja California Sur de 2018, El Pescadero recibió una inversión de 4 millones 504 mil 438 pesos para pavimentación con carpeta asfáltica de cuatro calles.
El presupuesto de Carlos Mendoza Davis, entonces gobernador, contempló casi medio kilómetro de rehabilitación. Sin embargo, se trata del único tramo que cuenta con pavimento en la comunidad.
La calle principal disfraza con su asfalto el casi nulo avance en la pavimentación general. Los caminos que conectan a los domicilios son de terracería, sin que exista ninguna otra conexión o andador pavimentado.
Asimismo, en el Presupuesto de Egresos de 2019, en el “Capítulo 6000 Inversión Pública” se etiquetaron un millón 623 mil 625 pesos para rehabilitación del campo de béisbol de El Pescadero.
Y aunque el campo de béisbol es un espacio emblemático, basta con recorrer el poblado para confirmar que las y los habitantes no cuentan con lugares de recreación y fomento de la cultura, el arte y el deporte.
Para el esparcimiento existen tres instalaciones que intentan ser un parque público al lado de la primaria: un pasamanos, tres columpios y dos subibajas sin sombra, a merced del sol que recuerda que no son una opción de recreación la mayor parte del día.
Además, en el Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y Deuda Pública aparecen estas cinco inversiones aprobadas para la comunidad:
Más allá de esas inversiones, las calles son muestra de la deficiencia institucional. Afuera de cada vivienda se puede constatar que el servicio de recolección de basura no es una garantía. Las bolsas negras adornan las viviendas y emanan olores putrefactos mientras los animales callejeros las abren para encontrar algún festín.
En entrevista con Francisco Cota, subdelegado de El Pescadero, se le cuestionó sobre la problemática de la comunidad. Respondió que el camión recolector se encuentra descompuesto desde hace unos meses y que ya tramitaba la reparación con las autoridades municipales sin saber cuándo estará de nuevo en circulación. Sin embargo, los habitantes denuncian que esta situación es histórica, no reciente.
Los incendios forestales son una constante ya que las y los vecinos que no tienen vehículo para llevar sus desperdicios al relleno sanitario, tienen sólo una opción: quemar la basura.
“Todavía no tiene cultura la gente, viven ahorita como si fuera ranchería El Pescadero. El vecino prende la basura, se le hace fácil por no ir al relleno”, cuenta el subdelegado.
Las y los habitantes de El Pescadero tienen un centro de salud que no siempre está disponible. “A veces está abierto, si tienes suerte”, dicen los colonos.
En un recorrido realizado por la comunidad se obtuvo evidencia gráfica de las condiciones de olvido que presenta la primaria. Los techos de algunas aulas gotean cuando llueve, también hay paredes a las que ni siquiera se les pueden instalar repisas, debido a que están hechas de ladrillo con empastes de cal.
“Las paredes, si tú quieres poner un clavo para ferretear algo, como son de ladrillo, le metes un taladro y se va de paso. Como es la primera infraestructura, hay modificaciones básicas que no se le pueden hacer porque es peligroso”, compartió el trabajador con una década de antigüedad en el plantel.
Un piso que tiene más de ocho décadas y luce en el abandono gubernamental al que son sometidos los más de 200 alumnos y alumnas que estudian aquí, las grietas y varillas están expuestas.
Las mesas y mesa-bancos no han sido cambiados en más de 10 años, confirma el empleado. El desgaste del uso es notorio en los muebles que deben usar por más de 8 horas las y los niños que vienen a esta escuela en sus dos turnos.
La pintura acabada, la madera envejecida y los metales corroídos ilustran lo que nuestra fuente relata: se trata de mobiliario donado por otras escuelas.
El personal docente usa escritorios con más de dos décadas de antigüedad, “yo venía a la escuela y ya estaban esos muebles”, comenta.
Afuera de las aulas, un camino lleno de grietas anticipa que las condiciones de la escuela no son dignas para las y los niños.
El registro sanitario tampoco ha sido cambiado, es el primero que construyeron las autoridades del México posrevolucionario. Ya presenta cuarteaduras evidentes a simple vista, mientras que en el área trasera de la escuela los salones más antiguos desvisten las primeras piedras que se colocaron para levantar la infraestructura.
Apenas se avanza por la primera área de la institución y enseguida se detectan obras que representan un riesgo, como la rampa que conecta con la cancha. El personal docente menciona que no hay menores con alguna discapacidad física, sin embargo, tienen reportes de niños y niñas que padecen trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y autismo.
La rampa pintada de azul, de un metro y medio de altura y sin barandales, simula la inclusión y representa un riesgo para docentes y alumnado.
De acuerdo con el diagnóstico que aparece en el apartado de transparencia del Inifed, desde 2013 ya se advertía del deterioro en andadores y la falta de normatividad en las rampas que no cuentan con barandales.
Metros más adelante se encuentra un poste de luz de más de 20 metros de altura que amenaza con caer sobre la infraestructura. Don Hugo relata que desde 2014, cuando el huracán Odile azotó a Baja California Sur, ese poste quedó como “recostado”, como advirtiendo que en cualquier momento caería.
El contexto de vida ya es austero y áspero contra quienes nacen y crecen en el pueblo, sin embargo, hay quienes todavía pueden encontrarse en un nivel mayor de desigualdad.
El Pescadero destaca por ser una comunidad que recibe a cientos de migrantes que llegan de septiembre a mayo cada año para trabajar en los campos. De estas familias que están de paso se desprende otro de los focos de abandono educativo: niños y niñas que no hablan español.
En la zona radican muchas familias migrantes, muchas de ellas pertenecen a una comunidad indígena y con una variedad de idiomas. Estas personas viven en ´cuarterías´, las empresas hacen cuartos de madera o tablaroca para que las habiten durante la temporada de recolección o, si tienen suerte, pueden encontrar una casa en renta.
En la escuela existen casos de menores que hablan alguna lengua indígena, como mixteco. Garantizar una educación efectiva frente a una barrera de comunicación de este tipo se convierte en una misión extremadamente compleja para las y los profesores.
Para comunicarse deben recurrir a señas o lenguajes de manos que van construyendo con la interacción alumno-maestro, sin embargo, tienen claro que deben priorizar la enseñanza en la lengua materna y dejar el español como lengua secundaria.
Rodrigo Rebolledo, doctor en ciencias sociales con especialidad en desarrollo sustentable y globalización de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), realizó su tesis de doctorado sobre los mecanismos de participación de la niñez y la juventud en el país.
Dedicó parte de sus investigaciones a estudiar cómo suceden diferentes procesos de “neoliberalización” de la educación en el país, lo cual explica como una tendencia a privatizar todo bajo la lógica de que si se le deja todo al mercado habrá mayor desarrollo.
En el caso de los medios para neoliberalización de la escuelas se identifican reformas educativas que permiten el outsourcing.
Advierte que las condiciones, como las de la escuela Emiliano Zapata, truncan el desarrollo del pensamiento crítico y capacidad analítica de las y los niños.
El académico define al pensamiento crítico como la habilidad de usar “criterios” para solucionar una problemática. Según sus estudios, sin espacios apropiados como una escuela digna, las y los menores no podrán desarrollar la capacidad de dudar y formular ideas que les sirvan para salir de las condiciones socioeconómicas en las que nacen y se desarrollan.
“El pensamiento crítico es el que busca la justicia social redistribuyendo las formas del capital a quienes menos tienen, del pensamiento crítico sale la crítica al sistema económico a finales del siglo XX” , precisa.
Recalca que una verdadera experiencia educativa no puede suceder en una escuela donde no se tienen mínimos recursos para poder realizar actividades educativas más allá de lo programado.
Las reformas educativas que se han implementado en México en las últimas décadas están encaminadas a producir diferencias en la forma en la que se ofrece la educación pública.
Las zonas apartadas de los núcleos urbanos, como El Pescadero, que no están en vigilancia continua o en el interés de las élites educativas del país, carecen de recursos para tener escuelas de calidad que permitan a los menores tener acceso a las mismas oportunidades educativas.
“Vemos eso: escuelas que viven en ambientes rurales, como es El Pescadero, que a pesar de que tiene una economía muy activa en términos no sólo de desarrollo agronómico sino también la presión de la entrada del turismo, no se da en el mismo sentido una adecuación de los servicios educativos”, subraya.
El doctor observa que las condiciones de desigualdad educativa provocarán diversos fenómenos en El Pescadero: mayor inmigración, crecimiento poblacional, con campos agrícolas de personas que vienen de otras partes del país, hacinamiento, mala calidad de la infraestructura y mantenimiento del pueblo y falta de localización de recursos para la rehabilitación y mejoramiento de la escuela.
Recordó que Baja California Sur registra uno de los procesos de inmigración más acelerados en México. Y El Pescadero es un ejemplo de ello. Todos los días arriban personas de diferentes puntos del país para trabajar en los campos agrícolas de la comunidad.
El profesor de la UABCS, Gabriel Alexander Campos Martínez, agrega que las condiciones sociales definen a las personas en su vida adulta, construyen una predisposición que siguen inconscientemente y les genera un hábito de vida.
Básicamente, las y los niños de Pescadero crecen con la creencia de que las condiciones de desigualdad en las que viven son “normales”, lo cual se puede calificar como un tipo de violencia para su desarrollo.
Jorge Enrique Cunningham, coordinador de Delegaciones Municipales del Ayuntamiento de La Paz, detalló que existen pendientes históricos en la comunidad de El Pescadero. Aunque la XVII Administración inició funciones apenas el 27 de septiembre, no dudó en reconocer que existe un abandono institucional de la población.
“Definitivamente hay mucho trabajo pendiente por hacer, estamos encontrando nosotros un poblado con mucha problemática dentro de los ejes rectores, en cuestión de seguridad, servicios públicos y agua hay mucho por hacer”, mencionó.
Existen colonias que carecen de red de suministro de agua, por lo que recurren al servicio de pipas para poder llevar el recurso hídrico en un poblado de 4 mil habitantes.
Recordó que El Pescadero registra cada año una alta población flotante, cientos de personas de otros estados de la República llegan para trabajar en la pizca y se retiran sin previo aviso, esto incrementa la demanda en servicios públicos y resta capacidad de operación a las autoridades.
“Es un poblado muy interesante desde el punto de vista de productividad porque ellos tienen ahí la producción agrícola, la pesca, la ganadería y tienen el turismo desde hace algunos años, se genera una problemática especial con respecto a la planeación, a la introducción de servicios”, dijo.
Recalca que es evidente el abandono histórico en algunos rubros que necesitan atención urgente y, aunque se trate de un pendiente de administraciones pasadas, es importante poner sobre el mapa las condiciones de desigualdad en las que nacen, viven y mueren las y los niños de El Pescadero.
Otros créditos:
Ilustración de apertura: Carlos Mendoza
Fotos: Valeria Parra
Tablas y video: Juan José Gracidas
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