Author: Ángel Charles y Emmanuel Aveldaño
Por Ángel Charles y Emmanuel Aveldañoabril 25, 2022 | 2:10 pmEsta nota pertenece a una serie del periódico El Norte que analiza las políticas públicas sobre las adicciones en Nuevo León como parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers.E
n Nuevo León, los pacientes atendidos por adicciones a las drogas no tienen freno y tuvieron un alza del 54 por ciento en todo el sexenio del ex Gobernador Jaime Rodríguez, en comparación con su antecesor.D
e acuerdo con el informe del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones, elaborado por la Secretaría de Salud estatal, la entidad suma del 2016 al 2021, la atención de 28 mil 425 personas que buscaban un tratamiento contra sus adicciones a las drogas.E
sta cantidad es mayor a los pacientes atendidos en la Administración del ex Gobernador priista, Rodrigo Medina, al registrar en seis años, del 2010 al 2015, 18 mil 445 personas.T
an sólo en el 2021, el informe más actual de adicciones que será revelado en los próximos días, se establece que nueve de cada 10 pacientes atendidos en un centro de rehabilitación antidrogas iniciaron el consumo de estupefacientes antes de los 17 años.I
ncluso, en el informe anual señalan que poco más de la mitad de los pacientes -un 52 por ciento- reconocieron haber arrancado con el consumo de drogas antes de los 14 años.E
n el documento se advierte que durante el año pasado se atendieron 4 mil 409 pacientes por primera vez en un centro de tratamiento en Nuevo León, de los cuales 3 mil 767 revelaron que empezaron consumiendo narcóticos antes de los 17 años, es decir, un 85 por ciento del universo total.“Es muy preocupante que cada vez a más temprana edad comience el uso de sustancias”, aseguró Junípero Méndez, psicólogo psicoanalista.“No sólo decir por el daño que se alarga a lo largo de la vida, hay más años de exposición al tóxico en un cerebro que está en formación, en un periodo ya de por sí de vulnerabilidad para desarrollar enfermedades del neurodesarrollo, le agregamos un tóxico y empeoramos la situación”.D
e la totalidad de pacientes atendidos el año pasado, detallaron, 3 mil 490 son hombres y 919 son mujeres.E
n el estudio se refiere que las principales sustancias por las que el total de pacientes demandó tratamiento en Nuevo León fueron la metanfetamina, con 41 por ciento de las causas de atención, y la marihuana, con 21 por ciento, situación que puede agravar aún más la salud de los menores.J
uan José Roque, director de Salud Mental y Adicciones estatal -y quien ocupó el mismo puesto durante el sexenio pasado-, admitió que enfrentan un rezago en la atención de adicciones porque no recibieron presupuesto suficiente para implementar políticas públicas.R
eveló que aunque en el 2018 lograron la creación de la Ley de Salud Mental del Estado, no estuvo acompañada de mayores recursos para implementar programas para atender la problemática.“Si hubo un poco de deficiencia, trabajamos con las dos administraciones pasadas del Congreso del Estado con la finalidad de tener un presupuesto para el área de Salud Mental y Adicciones y no se pudo lograr”, reconoció Roque.“La única parte que falta para decir que tenemos una política pública es el presupuesto, si no, no existe, sería una política pública demagógica, es decir, esto es muy importante pero no hay lana”.A
demás, dijo que entre los rezagos está que el Estado no cuenta con un solo centro de internamiento para adicciones y los casos que lo requieren son direccionados a sitios privados.L
os costos de atención en los centros privados van de los 3 mil 600 pesos a los 20 mil pesos mensuales, lo que complica el acceso a los pacientes.M
enores que son atendidos en centros de la entidad relataron que cayeron en las adicciones por la facilidad de conseguir las drogas, el entorno familiar y las amistades con las que conviven.“Es demasiado fácil (conseguirla), estaba a las manos, de volada puedes conseguir la sustancia”, admitió Luis, de 17 años y habitante de García, quien desde hace dos meses está internado en un Centro de Rehabilitación en la Colonia La Alianza, en Monterrey.C
uando apenas tenía cuatro años, el papá de Luis ya estaba recluido en el Penal de Apodaca por el delito de posesión de armas, su casa era un punto de venta de droga y diariamente convivía con familiares que enfrentaban alguna adicción.A
unque la primera droga que probó fue la mariguana, sus problemas de adicción llegaron a los 13 años, por el consumo de cristal.“Yo veía a mis primos y un camarada que le hacía al ‘foco’ (consumir droga)… pues llegó un momento donde todos los morrillos, todos empezamos a consumir esa madre, y fue donde nos llegó un punto donde ya la droga no nos cabía”, relató Luis, con aval de sus padres.“Una vez en la casa de mi abuelita, como había cotorreo arriba, pues… nos empezamos a drogar y todos con el ‘foco’ y pues hubo un momento donde estábamos todos como muertos…éramos como unos 14.“Ahí fue donde destruí toda mi vida, mi vida (quedó) en pedazos”.S
u barrio en el sur de Monterrey, recuerda, era “la mera mata” para conseguir droga.“Vi mucha sangre en mi familia, como se peleaban, como había tanta violencia, y de ahí empecé agarrando mañas… yo era un niño bueno”.L
uis tiene dos meses internado y dice sentirse mejor sin drogas. Considera retomar sus estudios, pero su entorno representa aún un área de riesgo.L
a violencia familiar, que incluyó un intento de abuso sexual de su padrastro, afectó a tal grado a Regina, de 15 años, que terminó en las drogas.I
nternada desde hace ocho meses en un centro de rehabilitación, en Guadalupe, la adolescente recuerda haber iniciado con la mariguana cuando tenía 11 años.“Mi padrastro intentó abusar de mí, estaba en un estado muy depresivo… me fui alejando de mi mamá porque estaba en estado de shock, no sabía qué hacer”, recuerda.D
esde entonces su comportamiento cambió y no le fue difícil conseguir droga.“Empecé con mi rebeldía, a salirme, ya no (quería) estar en mi casa porque obviamente mi agresor estaba en casa y no quería estar ahí… primero empecé con la mariguana y luego empecé con el clonazepam.“(Si no estuviera aquí) estuviera muerta, por el entorno que me rodeaba, por los pensamientos en los que yo estaba invadida, de depresión, y mi entorno tan fácil de conseguir la droga”, señala.L
a adolescente se siente mejor y recuperó sus ganas de reintegrarse a la escuela, así como de formar una agrupación que ayude a mujeres que sufren violencia doméstica.E
n su último año de estudios en un Conalep, compañeros de Dafne, la acercaron a las drogas, dándole un giro completo a su vida.L
a adolescente dejó sus estudios a semanas de concluirlos, decisión que ahora lamenta. Entonces, a sus 15 años, consumía mariguana.“Fue en el Conalep, un chavillo quería andar conmigo y por querer quedar bien con los demás, porque él fumaba mariguana, me empezó a decir: ‘¿quieres güera?, yo te doy’.“Al principio me la empezaron a regalar, después ya no, pero mis mismos compañeros de escuela fueron los que estaban involucrados en los puntos (de venta de droga) como se les hace llamar”, recuerda.E
n el plantel donde estudiaba hubo un operativo que arrojó la suspensión de algunos estudiantes y la expulsión de otros por la venta de drogas, pero según Dafne, a los pocos días la problemática se repitió.D
espués consumió cristal, cocaína, alucinógenos y LSD, hasta que, a la fuerza, su papá la internó a un centro de rehabilitación, en Guadalupe.T
ras ocho meses de tratamiento, Dafne asegura que aprendió la lección. Ahora ya es mayor de edad.“Esto (consumir drogas) es la perdición, es lo peor que uno puede hacer, porque tienes a tu familia unida, tienes a tu familia contigo y desaprovechas ese tiempo que puedes pasar con ellos”.R
esidir en un sector donde en cualquier esquina y a cualquier hora se puede conseguir droga, en García, acercó a Javier a la mariguana, que empezó a consumir a los 12 años.“Es demasiado fácil (conseguir droga), estaba a las manos, de volada puedes conseguir la sustancia”, recuerda el adolescente de 17 años.D
esde hace dos meses está en un centro de rehabilitación ubicado en el poniente de Monterrey.“Ahorita hasta un niño anda fumando ‘criko’ (cristal), tienen 13 o 14 años que ya andan con la piedra, se mueve de volada, para los del punto (de venta de droga) es fácil.“(Dicen) no, pues ten, te doy una pieza y los gancha, y así los traen”.S
u mamá, de 37 años y quien estuvo presente en la entrevista, coincidió en que la droga la venden en todos lados.“Ya es lo mismo, como si estuvieras en una tienda, lo venden como si fuera un chicle”, dijo.E
n su paso por el mundo de las drogas, el menor consumió pastillas, píldoras, cocaína en polvo y en piedra; ahora dice estar arrepentido de sus errores y busca rehabilitarse para retomar sus estudios y la vida junto a su familia.L
a cantidad de personas atendidas por adicciones a las drogas sube 54% durante el sexenio de Jaime Rodr�guez, en comparaci�n con el de Rodrigo Medina.
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