Author: Francisco Rodríguez |
Por Francisco Rodríguez | Semanario / Vanguardia
noviembre 01, 2021 | 6:14 pm
Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists en alianza con el Border Center for Journalists and Bloggers
De acuerdo con el Índice Básico de Ciudades Prósperas 2018 (CPI por sus siglas en inglés), una evaluación realizada bajo la metodología de ONU-Hábitat, encuentra a Torreón, la principal ciudad de la Zona Metropolitana de La Laguna, con una infraestructura deficiente que resulta en una ciudad dispersa, con “alta tendencia al caos vial” y que carece de espacios públicos, accesibles e incluyentes.
¿Cómo llegamos a estos calificativos? Una respuesta la da el mismo estudio de ONU-Habitat: “Faltan planes y reglamentos actualizados y en general hay una baja observancia a lo existente”.
Esta omisión de las autoridades ha heredado un crecimiento de siete veces en extensión desde la década de los setenta, mientras su población solo tres, cuando ONU-Habitat, el programa de las Naciones Unidas para los asentamientos humanos, recomienda una proporción de uno a uno.
De acuerdo a especialistas y al mismo diagnóstico del Índice Básico de Ciudades Prósperas, la mancha urbana está muy extendida: en los últimos 15 años, según el Instituto Municipal de Planeación y Competitividad (IMPLAN), los fraccionamientos de acceso controlado han sido la norma, pues han representado el 62 por ciento de la nueva superficie habitacional urbanizada.
Hay también asentamientos irregulares y lotes baldíos: el 19% del suelo intraurbano es predio sin construcción, según José Antonio Ramírez Reyes, director del IMPLAN.
Hay también muchas zonas deshabitadas: comparativamente hay 16 mil 521 viviendas deshabitadas más que en Saltillo, pese a que la capital tiene 9 mil 904 viviendas más, según datos del Censo de Población 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Hay también una densidad urbana baja: un ejemplo son las colonias de Primitivo Centro y Primera de Cobián en el Centro, las cuales no presentan densidades mayores a 28 habitantes por hectárea. Colonias que alguna vez fueron el anhelo de muchos, como Torreón Jardín, Navarro o Ampliación Los Ángeles, apenas tienen 33, 27 y 44 habitantes por hectárea, respectivamente. En contraste existe una periferia que crece constantemente, con un proceso de consolidación de infraestructura y de servicios aún en proceso, como Sol de Oriente y Villas la Merced con 109 habitantes por hectárea o Villa Florida con 101 habitantes por hectárea. Esto genera una ciudad central consolidada en proceso de deshabitarse, contra una periferia con mucha necesidad.
Hace un año, algunos de estos datos se expusieron para aprobar el nuevo Reglamento de Desarrollo Urbano y Construcción de Torreón. Ahora, se comienza a socializar el proyecto del nuevo Plan Director de Desarrollo Urbano, pues el actual data de 2014.
Un nuevo Plan de Desarrollo Urbano que se enfrenta a un Torreón donde hay 275 automóviles por cada mil habitantes y se estima, de seguir con la misma tendencia, que para el 2030 una persona de cada dos se mueva en automóvil particular. Se enfrenta al imparable boom de privatizaciones del espacio público con el modelo de fraccionamientos cerrados. A la renuencia de habitar viviendas verticales, a una eficiencia de usos de suelo de cero por ser “ineficaz, inequitativo y financieramente insostenible” según ONU-Habitat y a una infraestructura de movilidad “no incluyente, inequitativa y de poco respeto al peatón”, entre otros aspecto que señala el Índice de ONU-Habitat.
El director del IMPLAN advierte que de seguir creciendo como lo ha hecho Torreón en los últimos 15 años, se necesitará ahorrar 27 años del presupuesto municipal para financiar esas nuevas carreteras nuevos pozos de agua, nuevos parques, seguridad, bomberos, servicios que se deben garantizar.
A este escenario se enfrenta la creación de un nuevo Plan Director de Desarrollo Urbano: ordenar el crecimiento de la ciudad, y por qué no, hacer de Torreón el lugar ideal para vivir.
Uno de los principales reclamos del alcalde Jorge Zermeño Infante durante su administración, es el hecho que en el pasado, los desarrolladores de vivienda no entregaron los fraccionamientos al Ayuntamiento, por lo que ahora el municipio tiene que resolver los problemas que dejan.
Según el Reglamento de Desarrollo Urbano y Construcción de Torreón los desarrolladores deben entregar un porcentaje de superficie en favor del municipio, que será utilizada para área verde. Deberá, también, entregar vialidades, alcantarillado, abastecimiento de agua potable a la red de la ciudad, red de energía eléctrica y telecomunicaciones, alumbrado público, banquetas, pavimento, arbolado de calles, placas de nomenclatura, descarga de aguas pluviales, entre otras.
En zonas como el oriente de la ciudad, existen muchos problemas originados por la falta de cumplimiento de empresas que no metieron los servicios públicos en su momento, por lo que el municipio tiene que entrarle cuando ya se terminaron los complejos habitacionales e inclusive ya hay gente viviendo. Esta expansión de la superficie, aunado a la falta de cumplimiento de los reglamentos, se traduce en mayor gasto para el Ayuntamiento por mantenimiento, infraestructura, servicios urbanos.
Aldo Villarreal Murra, director de Ordenamiento Territorial y Urbanismo de Torreón, recuerda que es hasta 2006 que se le da la facultad al municipio el ordenamiento de la ciudad, pues antes era facultad del estado, y dice que antes de esa fecha muchos fraccionamientos que se hicieron no fueron entregados y están en el “limbo” porque no existía una reglamentación que los obligara a entregar al municipio.
“Se tienen que analizar muchas situaciones para poder plantear una solución acorde a las realidades de los fraccionamientos actuales y los futuros. Se tiene que trabajar mucho en las comisiones de regidores sobre todo en la Comisión de Urbanismo para analizar cuáles son las complejidades que tienen los desarrolladores a la hora de entregar”, comenta.
Explica que es difícil que después de 15 años se quiera entregar una vialidad cuando ya tiene baches. “El sistema integral no te lo va a recibir. Entonces está ahí como el huevo y la gallina, de que no puedes entregar porque no te reciben, no recibes porque pues no están las condiciones, entonces se tiene que analizar realmente cuál es la situación y poder plantear una ruta para que los desarrolladores encuentren facilidades”, explica.
Lo que sucede es que los fraccionadores van y acuden con las dependencias municipales, por ejemplo el Sistema Integral de Mantenimiento Vial o el Simas y te reciben el pavimento, la infraestructura, el alumbrado y te palomean. La dirección de Urbanismo integra esas recepciones y otorgan una baja general. Sin embargo los desarrolladores no logran esa baja porque en alguna parte del proceso están atorados.
Pero hay casos, ejemplifica Villareal Murra, como la constructora Casas Geo que ya no existe en el mercado y jamás van a entregar. En ese sentido se deben analizar los instrumentos que se construyan desde el Cabildo.
“Ahora mismo no hay caminos para poder regularizar esos desarrollos”, recalca el funcionario.
Según el Reglamento de Desarrollo Urbano y Construcción de Torreón, de no hacer la entrega recepción, el fraccionador es sujeto a sanción. Pese a esas disposiciones, se observan fraccionamientos con alumbrado deficiente, sin todas las preparaciones para telecomunicación, con inundaciones cada que llueve, pavimento mal hecho, entre otros.
Se estiman son 150 fraccionamientos en la ciudad que no fueron entregados y tienen algún problema.
Arturo Rosales, director de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), opina que el problema es que cada tres años se cambia de autoridades y cada quien tiene su interpretación de la ley y se termina por no sancionar.
Para Jesús de la Garza, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi), la planeación de los fraccionamientos están “sobre regulados” por la federación, el estado y municipio, además de una sobre regulación de las instituciones financieras.
Asegura que siempre han estado apegados a ley en el desarrollo de fraccionamientos y viviendas, y dice que esos rezagos arrastran muchos años, inclusive antes de la existencia de la cámara.
Para el presidente de Canadevi Torreón, el gobierno tendría que poner a disposición lineamientos para regularizar los fraccionamientos rezagados. “Una posición de cómo darle solución, no solo señalamientos”, menciona.
Para el director del IMPLAN, José Antonio Ramírez Reyes, sí hubo un desorden que partió de un fenómeno nacional del año 2000 al 2004 cuando la federación aplicó una política de vivienda donde se veían las viviendas como un componente crediticio, y nunca se relacionó que la vivienda debía tener un conjunto de servicios públicos, transporte, cercanía de espacios verdes, cercanía al trabajo, escuela. “Es una política fallida”, califica.
Esta dinámica de crecimiento, en Torreón, tuvo su continuidad cuando la violencia azotó la ciudad y la población comenzó a buscar los llamados fraccionamientos cerrados. Encontró en los muros una sensación de seguridad.
Se cerraron calles y formaron guetos con un urbanismo segregador con cientos de metros de bardas: según al análisis cartográfico del IMPLAN, en el año 2000 había 37 fraccionamientos habitacionales de acceso restringido (cada fraccionamiento puede tener varias cerradas) y ahora se tienen 184 fraccionamientos con 434 urbanizaciones de acceso controlado (cerradas).
Para Paola de la Campa directora de la Facultad de Arquitectura de la UAdeC, urbanamente los fraccionamientos representan un problema distinto, pues la calle se vive de forma diferente. En el Centro, explica, ves a la persona que se sale de su casa y saca una silla y se sienta en el porche, “eso es hacer ciudad, es tener una interacción”.
Ahonda en que en el momento que esas personas pueden observar quién pasa, se puede entender que hay más seguridad, pero cuando se habla de generar una ciudad con bardas es donde, dice, viene el problema pues no se amplía el concepto de una vialidad donde participe el peatón, el ciclista, que haya una actividad donde la gente fluya de forma adecuada y segura.
La arquitecta considera que si este fenómeno sigue creciendo, puede surgir un problema mayor porque lo que se construyen son guetos, islas que segregan. “Simplemente es un problema social que en un corto plazo va a generar problemas. Es entender la vialidad de una forma distinta, cómo darle vida a esas vialidades”, comenta.
Dice que la zona Norte, por ejemplo, donde hay una combinación de ejidos, zonas habitacionales, clúster educativo y zona industrial, no hay banquetas o andadores para las personas que trabajan en la zona.
La colonia Campo Nuevo Zaragoza es uno de los sectores de Torreón con la mayor cantidad de casas deshabitadas o abandonadas. En tres calles de la colonia se pueden contabilizar al menos 60 casas abandonadas, donde en las puertas y ventanas se optó por cerrarlas con block.
Una de las calles, donde se ven más viviendas abandonadas, se ha convertido en una especie de terreno baldío a donde las personas tiran escombro o animales muertos.
Hace seis años llegó a este sector la señora Aidé González y ya estaban esas viviendas deshabitadas y abandonadas. Desde entonces, el lugar es un nido de basura, animales muertos, y según la señora González, hasta de escondite de ladrones o de productos robados.
Hace tiempo intentó en presidencia ponerle fin a este problema. Fue y vino una y otra vez. Y hasta propuso bardear la calle para que no entraran los burreros a tirar escombro y animales muertos. Nunca prosperó su intención.
“Yo me rendí. Imagina estarle gritando yo como mujer a un burrero. Nunca hicieron nada. Me rendí. Ya mejor no salimos porque siempre está todo el cochinero, todo el olor horrible. Yo sacaba a mis niños pero ya no se puede”, cuenta Aidé González.
Dice que las únicas veces que políticos le ponen atención es cuando es temporada de campañas. Les prometen que van a resolver el problema, pero nunca pasa nada. Cerca de donde está, hay un terreno todo baldío que se suele inundar. La gente lo llama “el lago de los patos”, porque el encharcamiento es profundo y cuando sucede, demora tanto tiempo que llegan patos. “Está horrible, mosquitos, huele feo, yerbas”, añade la vecina.
Según datos del Censo de Población del INEGI 2020, en Torreón hay 261 mil 449 viviendas de las cuales, el 14.8% están deshabitadas (38 mil 695). Comparativamente, Saltillo, con más viviendas que Torreón, tiene 16 mil 521 viviendas deshabitadas menos. Su porcentaje de viviendas deshabitadas es del 8.1%.
José Antonio Ramírez, director del IMPLAN, dice que esta zona tiene arriba del 20 por ciento de la vivienda deshabitada, producto, opina, de la especulación inmobiliaria, malas prácticas en créditos, y la lejanía en bienes y servicios, por ejemplo.
Para los especialistas consultados, los niveles de viviendas deshabitadas tienen que ver, principalmente, con la lejanía de las zonas respecto a los centros de trabajo. “Ya no son geográficamente convenientes”, dice Aldo Villarreal de Ordenamiento Territorial y Urbanismo.
Colonias como Campo Nuevo Zaragoza quedan a casi 30 minutos en coche del Centro de Torreón y más de una hora en autobús.
Paola de la Campa de la UAdeC, dice que no es difícil entender por qué están abandonadas: “a lo mejor es una familia que capta el mínimo de ingreso, están proyectadas escuelas, te traigo la escuela, el equipamiento urbano, pequeño comercio, una tienda departamental para que te abastezcas ahí, pero si tu trabajo está en el centro, zona industrial norte, te tienes que trasladar”.
Además, dice que son casas de 50 metros cuadrados a los que les ponen ductos para aire o cocheras, cuando una familia no tendrá el ingreso para poner aire acondicionado y a lo mejor su transporte es una bicicleta.
“La respuesta de las soluciones que hacen las constructoras no es la adecuada para otorgar viviendas a cierto sector de la población. Es una cuestión de políticas de vivienda que son a nivel nacional. Se tiene que revisar la política de vivienda social, enfocada más en otorgar espacios que sí le funcionen a una familia promedio de bajos ingresos”, explica.
Aldo Villarreal respalda que hay nuevos fraccionamientos abandonados de Infonavit, casas de interés social, de Fovissste, donde muchas veces las personas adquirieron la casa alejada de la ciudad y después resulta más costoso ir a sus lugares de trabajo. Entonces terminan por abandonar las propiedades.
A esto se le suma, dice el presidente de Canadevi Torreón, del abandono de proyectos que quedan truncados por muchas razones, normalmente financieras; de los problemas jurídicos y la tenencia de la tierra.
Pero al final, las viviendas abandonadas ocasionan problemas sociales como inseguridad, vandalismo, invasiones. “Es una bola de nieve”, dice Paola de la Campa. “A nadie le gustaría vivir a lado de dos viviendas tapiadas y vandalizadas”, añade José Antonio Ramírez.
La arquitecta de la Campa añade que no solo son casas sino también muchos edificios abandonados. “Cualquier zona que tú me digas, y sobre todo en las zonas más antiguas de la ciudad hay muchos edificios abandonados”.
Ramírez Reyes del IMPLAN dice que hay 2 mil 700 hectáreas dentro de la ciudad, a los que llaman ‘vacíos urbanos”, que necesitan incentivarse para la construcción de vivienda ordenada: el 19% del suelo intraurbano es predio sin construcción. “A mediano plazo el objetivo es que esos lotes se saturen: se construya vivienda, centros comerciales, para que no se construya en la periferia”, comenta Ramírez Reyes del IMPLAN.
Para Paola de la Campa, el crecimiento demográfico no se puede controlar y la problemática de vivienda a un mediano, corto plazo, mundialmente, sobrepasa la explosión demográfica que se tiene, es decir, “la cantidad de seres humanos que necesitamos un techo para vivir con respecto a la cantidad de viviendas existentes no te da”, asegura.
En ese sentido, dice que de los principales quehaceres que se tienen que atender es la cuestión de vivienda, y a partir de ahí hablar de los tipos de vivienda que hay.
Una de las metas del nuevo Plan Director de Desarrollo Urbano es desacelerar el crecimiento periférico y repoblar el Centro. José Antonio Ramírez, director del IMPLAN, explica que la ciudad está quedando polarizada: en el poniente están todas las fuentes de trabajo, en el Centro histórico es un lugar muy denso de unidades económicas; en el Oriente es donde vive la gente. Entonces, expone la necesidad de ver cómo hacer más eficiente el transporte público para esas personas y segundo cómo se acercan los servicios que ya se tenía en el Centro ahora que viven allá.
Según datos del IMPLAN, el Centro de Torreón no rebasa los 16 habitantes por hectárea, y la media de la ciudad es de 45 o 46 personas por hectárea, cuando ONU-Habitat recomienda 150.
El director del IMPLAN explica que se ha elaborado una política de vivienda entre ONU-Habitat y el Estado donde se establece que de seguir creciendo como lo ha hecho Torreón en los últimos 15 años, se necesitará ahorrar 27 años del presupuesto municipal para financiar esas nuevas carreteras nuevos pozos de agua, nuevos parques, seguridad, bomberos, servicios que se deben garantizar. “Ese es el costo de tener una ciudad dispersa y una ciudad que no le apueste a densificarse”, remata Ramírez Reyes.
Arturo Rosales, director de la Facultad de Ingeniería Civil de la UAdeC, sí cree que hace falta un control más estricto de las dependencias que se dedican a la construcción de la vivienda, particularmente del Infonavit, pues dice que otorgan créditos a gente que solo busca aprovechar el crédito y muchas veces lo que pasa es que quedan deshabitadas y eso trae como consecuencias las invasiones y el vandalismo.
Él mismo fue una víctima de invasión. Compró una casa con su crédito Infonavit; la tuvo sola tres años y la invadieron. Un día llegó y ya había gente habitándola y hasta tenían sistema de seguridad. “Entré y sonó la alarma y pues para sacarlos”, recuerda.
Platica que siguió las recomendaciones del Infonavit, donde le aconsejaron “así como llegaron y cambiaron chapas, así usted llegue con sus cerrajeros y cámbielas. Usted muestra el papel de que es propietario”. Lo hizo y llegó el invasor a reclamar la casa. Finalmente llegaron a un acuerdo porque ellos ya habían invertido en equipamiento. Les dio un plazo y se fueron.
La tendencia de las ciudades es crecer de manera vertical y ya no extenderse en el terreno, porque mientras se extienda, explica Paola de Campa, más difícil será llevar toda la infraestructura a todas las zonas y es donde se complica pues ya hay funcionamientos alejados que son costosos para dotar de agua, drenaje, luz.
En ese sentido desde hace varios años se ha hablado de incentivar la vivienda vertical, sin embargo, en Torreón sigue lejos de aterrizarse.
La directora de la Facultad de Arquitectura asegura que ya hay poco terreno para expandirse porque ya se está en las colindancias naturales hacia el municipio de Matamoros.
Sin embargo, refiere que culturalmente la forma de pensar de los habitantes es tener su propio terreno, pues dice que no se está acostumbrado a ubicarse en edificios en vertical.
“Si hablamos de lo costoso que es llevar la infraestructura de una ciudad a zonas más alejadas, el problema que tenemos de agua, pues te indica que hay una tendencia a que las ciudades empiecen a construirse hacia arriba”, comenta.
Jesús de la Garza de Canadevi, coincide que es un tema cultural y que es necesario desarrollar una buena planeación de vialidades y calidad de servicios.
Arturo Rosales critica que no se promueva el crecimiento vertical, sino más bien el horizontal, las casas de interés social de una planta. “No se promueve los edificios de apartamentos, Se promueve la vivienda unifamiliar”, comenta.
Para Aldo Villarreal Murra, director de Ordenamiento Territorial y Urbanismo, Torreón es un ejemplo de una ciudad bien planeada desde su nacimiento. Considera que siempre ha tenido buena estructura en términos de vialidades y de diseño, e inclusive asegura que la ciudad es “modelo a nivel nacional”.
“Creo que el reto que tenemos ahora es poder darle un buen orden y una buena estructura a las partes suburbanas de la ciudad que son prácticamente el norte y oriente de la ciudad”, comenta.
Paola de la Campa, directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), refiere que no se puede hablar de una zona desorganizada o desordenada porque está claro dónde están las zonas de densidad y cómo están repartidas, sin embargo, recalca que es imposible regular.
Dice que en el tema del ordenamiento territorial es un fenómeno muy grande donde difícilmente se puede controlar el crecimiento de una ciudad y por eso es importante que existan planes que vayan midiendo el comportamiento.
Aunque en el Índice Básico de las Ciudades Prósperas de ONU-Habitat, se observó en Torreón que “faltan planes y reglamentos actualizados y en general hay una baja observancia a lo existente. Esta ausencia se traduce en desorden en el uso del suelo, baja calidad del aire, identidad difusa y poco cuidado de la imagen urbana en general. Los servicios no están a la altura de las necesidades de los ciudadanos”, recalca el informe.
Además, se señaló en el mismo diagnóstico internacional que se cuenta con “una infraestructura deficiente y esto resulta en una metrópoli dispersa con un crecimiento desordenado, contaminada, sin agua suficiente, con alta tendencia al caos vial y con la movilidad urbana comprometida. La Laguna no es atractiva como lugar para vivir”.
Aldo Villarreal Murra considera que la ciudad tiene una dinámica muy distinta a cuando se conceptualizó el plan Director anterior y por eso dice que es una buena oportunidad para replantear la ciudad y que se logre una visión de desarrollo importante, un desarrollo vertical sustentable, con miras a futuro y “relacionada con la cultura de los ciudadanos”.
Con miras al futuro es algo que no detectó ONU-Habitat al señalar que en Torreón “no existe planeación municipal a largo plazo, que provoca crecimiento desordenado, pérdida de competitividad, bajo desarrollo social y metropolitano, desaprovechamiento de recursos e ineficiencia administrativa y política”.
Pero para el funcionario municipal, es una oportunidad para enmendar todas las necesidades en temas de planeación, lograr una estructura vial más clara, con usos de suelo acordes a las dinámicas y economía de la ciudad.
José Antonio Ramírez del IMPLAN comenta que se buscará un programa del Infonavit y la Comisión de la Vivienda para que personas que viven en zonas de riesgo o vulnerables, puedan acceder a programas de reubicación y hacer un match entre las viviendas deshabitadas y poblaciones en zonas de riesgo.
El director del IMPLAN informa que en la creación del nuevo Plan Director de Desarrollo Urbano buscan contener fenómenos como el crecimiento periférico, el despoblamiento del centro histórico o la alta tasa de motorización, todo bajo la premisa de crear una ciudad sostenible.
Catalina Argüelles, maestra en ingeniería ambiental y consejera del IMPLAN, comenta que es necesario tratar los temas transversalmente para poder potencializar el éxito y dejar de ver los temas aislados.
Argüelles dice que no existe un Plan de Acción Climática entonces se desconoce cómo se está en cuanto a emisiones para poder diseñar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.
El Índice Básico de las Ciudades Prósperas también aporta propuestas para Torreón; propuestas que bien se traducen en una crítica a la omisión de las autoridades: “Contar con un marco normativo sólido y homologado que regule la acción económica de la zona y garantice su sano desarrollo. Propiciar políticas públicas para inhibir el crecimiento desordenado y disperso de las ciudades. No existe planeación municipal a largo plazo, que provoca crecimiento desordenado, pérdida de competitividad, bajo desarrollo social y metropolitano, desaprovechamiento de recursos e ineficiencia administrativa y política. Contar con planes y programas de desarrollo urbano y ordenamiento territorial que se operan, ejecutan y aplican eficientemente”.
Ilustración: Edgardo Barrera
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