Author: Leonardo González
Por Leonardo González
mayo 17, 2024 | 2:14 pm
Este reportaje es parte del Hub de Periodismo de Investigación de la Frontera Norte, un proyecto del International Center for Journalists
Lo mismo ocurre con los que están en venta, mientras que en 2015 el costo de un departamento de 72 metros cuadrados era de 1 millón 200 mil pesos, e incluso se podía comprar un edificio completo por 5 millones, los precios se triplicaron en la zona. A marzo de este año, un departamento de medidas similares cuesta 3 millones 300 mil pesos y uno de 26 metros cuadrados ronda los dos millones de pesos, de acuerdo con información procesada del sitio Inmuebles24 para la herramienta Observatorio de la Vivienda.
En 2010 Monterrey vivió uno de los periodos más fuertes de violencia, el Centro de la Ciudad fue una las zonas más afectadas, pero a partir del 2013, vivió un proceso de gentrificación que disparado sus precios y haciendo cada vez más difícil vivir en allí, platica Selene Velázquez, arquitecta, directora de Restaurika, y vecina del Centro de la Ciudad.
Tan solo en la última década se construyeron más de 8 mil departamentos en el Centro de Monterrey, pero los costos prácticamente se triplicaron.
Uno de los factores principales, fue la implementación del Desarrollo Orientado al Transporte (DOT), un programa que permitió liberar alturas y densidades a desarrollos inmobiliarios que se encontraran cerca del transporte público, para reducir el uso del automóvil.
“Claro que se vivió un proceso de gentrificación (con el DOT) […] Al final del día estos departamentos son como unos grandes dormitorios, son hoteles disfrazados de departamentos, disfrazados de desarrollos para redensificar, realmente (en ellos) no hay un espacio suficiente para almacenar lo que sea”, asegura Velázquez.
Para Velázquez estos departamentos construidos no colaboran para tener una calidad de vida y se ven más como espacios de inversión.
“Realmente son departamentos muy pequeños para estancias cortas, no para hacer vida ahí, lo interesante sería hablar correctamente y decir para qué son estos desarrollos, ¿se están haciendo estos desarrollos para hacer comunidad?, ¿para hacer ciudad?, ¿para que la gente habite en ellos?, ¿o para que la gente sólo vaya a dormir ahí en festivales tipo Pal Norte?”, dice la arquitecta y vecina del Centro.
“Es un negociazo, pero ¿y la comunidad que necesita una vivienda? Realmente, ¿en dónde está quedándose?, ¿hay una oferta para ellos? Pues no. Se genera un falso discurso de decir que se está desarrollando la Ciudad, pero por otro lado la periferia se sigue expandiendo”, explica Velázquez.
Esta no es la primera ocasión que se expulsa a los habitantes del Centro, comenta Selene Velázquez; a inicios de 1980 se demolieron casi 300 viviendas, más otros edificios, con la excusa de la construcción de la Macroplaza y con la violencia de 2010 muchos dejaron sus viviendas. Esta vez es por la especulación inmobiliaria.
“Los desarrolladores están haciendo lo que se puede, lamentablemente, porque se los permitieron (el gobierno municipal). Me parece increíble que no hayan tenido la visión de que esto se iba a descontrolar”, dijo Velázquez.
Durante las administraciones del priista Adrián de la Garza (2015-2018, 2018-2021) y Luis Donaldo Colosio (2021-2024) de Movimiento Ciudadano, no solo se establecieron laxos controles que permitieron el desarrollo de inmuebles de alturas y densidades libres (edificios grandes), también se abandonó la ciudad.
El ejemplo más claro de esto es la cantidad de trabajadores de servicios públicos asignados a atender el Centro de Monterrey. Mientras que en 2014 se tenía el registro de 412 trabajadores, para 2023 esta cantidad bajó hasta 263, de acuerdo a datos proporcionados por el municipio vía transparencia.
Además, el municipio informó vía transparencia, que entre 2018 y 2022, cuando la mayor parte de los desarrollos fueron aprobados y construidos, la inversión para ampliación de banquetas en el Primer Cuadro de la Ciudad fue de sólo 1 millón 130 mil, 184.28 pesos.
Para proyectos destinados a infraestructura no motorizada entre 2018 y 2022 la inversión fue de 1 millón 258 mil 881.50 pesos.
Además, se informó que de 2014 a 2017 y en 2019, no se realizó inversión alguna ni en banquetas, ni en infraestructura no motorizada. Estos datos son importantes porque la vocación inicial del programa de Desarrollo Orientado al Transporte es fomentar la vivienda cercana al transporte público para desincentivar el uso del automóvil.
Para la urbanista Ana Rodríguez, quien escribió su tesis “Análisis crítico del concepto de Desarrollo Orientado al Transporte (DOT) desde la ciudad de Monterrey, Nuevo León 2010-2020“, la intervención y posterior abandono fue muy notorio en el barrio de La Purísima, con el primer desarrollo realizado con el DOT, el Semillero.
“Es una réplica de lo que pasó cuando empezaron a explotar La Purísima. El Semillero empezó a hacer actividades culturales, llevaron a los pintores, ampliaron las banquetas y todo, pero realmente, si tu vas ahorita a La Purísima, sólamente le cambiaron a un carácter a algo comercial”, explica Rodríguez.
La urbanista señala que la mayoría de estos departamentos se usan como Airbnb, pues la distribución de espacios no están planeados para vivir.
Por ello Rodríguez señala que el Desarrollo Orientado al Transporte (DOT) se utilizó más como una excusa para fomentar la construcción de departamentos para los inversionistas. “Si esa estrategia buscaba recuperar el Centro, pues no lo logró, pero tampoco había indicadores de medición para poder reformular a tiempo”, asegura Rodríguez.
“No hay una política pública alrededor de la vivienda, y mientras no la haya, cualquiera puede explotar lo que los reglamentos le permitan y entonces lo que va a pasar es que se van a ir al Centro de San Nicolás, Guadalupe”.
Ya desde la década de los 80, para el geógrafo Neil Smith, quien fue uno de los principales estudiosos de este fenómeno, la gentrificación es la expulsión de personas, costumbres y saberes de un lugar y su reemplazo de personas con más poder adquisitivo; y no depende de donde provengan los nuevos habitantes, sino del capital productivo y económico que regrese a los centros urbanos.
En su teoría de la gentrificación Smith explicaba puntos como la brecha de las rentas, en la que se considera el valor de renta una propiedad y el valor potencial si se utiliza para un uso más redituable, que puede cambiar por factores demográficos, económicos o incluso de infraestructura de transporte.
Además, viene acompañado de una inversión de capital hacia barrios descuidados, que conduce a mejoras de infraestructura y físicas en la zona, por lo que atrae a personas de más poder adquisitivo.
Sin embargo, según Smith, esto también contribuye al desplazamiento de personas de bajos ingresos que históricamente han vivido en la zona gentrificada, pues el aumento de valor de propiedades y rentas, prácticamente los expulsa de sus viviendas.
Para que esto suceda, indica Smith, tiene que haber una participación del Estado, que con incentivos y políticas, faciliten la labor a desarrolladores inmobiliarios.
Todos estos factores fueron cumplidos en el Centro de Monterrey.
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